sábado, 3 de septiembre de 2011

Sustancia


Fallaron los espasmos… Descontrol y delirio.
¡Cuán feliz se siente un hombre al librar tantos daños!
No queda más que un viejo y azulejo martirio;
No queda más que un cielo de esos íntimos años.

El duro y grueso orgullo, tan sólo manchas deja.
El día nuevo limpia codicia que le aqueja.

Y  bravo asienta impulso a la difusa esfera
en donde añora al fin contrarrestar su espera.

Pero, ¿a qué se debe tan simulado clima?
¿Tan deseado tiempo?, ¿tan anhelada cima?

Un corazón vacío, estrecho entre murales,
aislado en lo profundo de una infeliz caverna.
Atiborrado, en fin, de pestes infernales…
Lo único que espera es la noción interna.  

Disparidad