jueves, 3 de julio de 2014

Lo que Somos


Prefacio

¡Oh, maligna la noche mil fragmentos despeja!
Un manotazo brusco, una leve caricia,
un maleficio justo y una amarga delicia
en el pecho atrapados, mientras vibra una reja
como un trueno estruendoso que se acerca y se aleja
cual quejumbroso nido de pasadas dolencias…
¡Ay, mira la aflicción por quererte mujer!
Una campana atrona con torrentes cadencias.
¡Ay, nunca descifraste el rotundo querer!
El espíritu vive, y baila y se enamora,
y es temerario, virgen, ansioso, juguetón…
Pero míralo ahora, no ríe, sólo llora,
y es aburrido, triste de un triste corazón.
En otrora de estrellas su cielo refulgía;
los árboles azules del nocturno cristal;
las mañanas pintadas  por oro ¡niña mía!
Y vívido, volátil se burlaba del mal.
En las tardes mil fiestas de colores variantes.
¡Tal crepúsculo ardía entre hogueras flamantes!
Y embriagado, prudente, las montañas unía,
y dictaban sus cánticos: ¡Alegría! ¡Alegría!
Pero el mar indomable; sus rudas tempestades,
ahogar indefenso ese espíritu hicieron…
Falleció muy hambriento, inmerso en el Hades.
Rodeado de muertos sus frutos pudrieron;
se vio harto de piedras, humillado, rastrero,
enardecido en coros de negruzcos rituales,
y rendido ante un mundo impreciso y grosero,
¡ay, se fundó en plegarias, sufrimientos y males!

Disparidad