Maldita el alma al averno, vencida,
en negruras inmersa has poseído;
siniestro abrigo brindaste al dolido
infundida en las cuencas de mi vida.
Marfil del cielo en el alba escondida
de los rayos profundos del olvido,
germina como el clavel colorido…
manifiesto en tu vida dividida.
Heme rendido aquí gritando al vuelo:
¡soy el guerrero recio en fuerte duelo
par del destino oscuro, duro y cruel!
Caballero que muerde tez de hiel
gritaré en el abismo vivo amado:
¡nunca elegí haberme enamorado!