Por los pasillos de un palacio subrepticio
—que considerarlo maligno he pensado—
fluyen los espejismos de un cruel suplicio
el cual como conozco sería mi pasado.
Es en parte un palacio espantoso mi mente
cuya estructura retorcida se ha tornado,
y según la providencia de tinieblas ingentes,
la sombra que soy pronto se habrá consumado.
Pero ello no es nada tremebundo
si con otra gente ya me han cotejado:
manifiesto pues que lo mas inmundo
con evaluar el vulgo habrán tanteado.
Son lo que abunda sujetos lascivos e irrisorios
quienes en este antro se han fecundado;
malditos hortelanos grotescos y promisorios
de la mediocridad en su retoño más elevado.
Son como una plaga que busca reproducirse
infestando cada grieta de este mundo lacerado.
Y así, la juventud que empieza a extinguirse
va enterrando la simiente de un futuro deplorado.
Es pues como divulgo, una estirpe despreciable,
cual ratonera heredera de los palacios venerados.
Tal vez no se den cuenta, la broza detestable,
que son ellos la befa de los dignos antepasados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario